Las franquicias se pueden clasificar de varias maneras, principalmente según su actividad económica y la relación comercial entre el franquiciador y el franquiciado.
Conforme a esta clasificación según su actividad económica, estas pueden ser comerciales, de distribución, de producción, de servicios o industriales.
En la franquicia comercial, el franquiciado vende productos o servicios bajo la marca del franquiciador. El franquiciador proporciona el producto, la marca y la imagen comercial, mientras que el franquiciado se encarga de la venta directa al cliente final. Ejemplos de ello serían Zara en moda y retail, o McDonald’s en restauración.
Por otro lado, en el caso de la franquicia de distribución, el franquiciador fabrica y distribuye productos que el franquiciado vende en su establecimiento, sin que este participe en la producción. Ejemplos de ello serían Decathlon en artículos deportivos, o Carrefour Express en supermercados.
En caso de la franquicia de producción, el franquiciado produce los bienes que vende siguiendo los métodos, fórmulas y procesos del franquiciador. Es común en la industria alimentaria o manufacturera, como en el caso de Coca-Cola o Pan’s & Company.
Respecto a la franquicia de servicios, en lugar de productos físicos, el franquiciado ofrece servicios bajo la marca del franquiciador. Esto es común en sectores como la educación, salud, limpieza y otros servicios profesionales. Ejemplos:
Mail Boxes Etc. (servicios logísticos y de impresión), o Century 21 (inmobiliarias).
En cuanto a la franquicia industrial, el franquiciador concede la licencia para que el franquiciado fabrique productos con su marca y tecnología, y los venda o distribuya. Esta clase de franquicias es común en la industria automotriz y manufacturera, por ello sirven como ejemplo Michelin o Nissan.
Dejando de un lado la clasificación de las franquicias según su actividad, recordamos que estas también se pueden clasificar según la relación comercial, siendo el resultado de esta clasificación las franquicias individuales, máster, regional, de córner o “franquicia de rincón”, o franquicias de conversión.
Comenzando por el individual, este es el modelo más común, donde un franquiciado obtiene la licencia para abrir y operar una única unidad o establecimiento, siendo el franquiciado quien gestiona directamente esa unidad. Ejemplo de ello serían Burger King o Subway.
En el modelo de franquicia máster, el franquiciador otorga a un franquiciado (llamado máster franquiciado) los derechos exclusivos para explotar la franquicia en un área geográfica determinada (generalmente un país o una región grande). El máster franquiciado puede abrir sus propios establecimientos y subfranquiciar a otros.
Ejemplos: The Body Shop.
La franquicia regional es similar a la franquicia máster, pero a una escala más reducida. El franquiciado tiene los derechos para desarrollar una franquicia en una región específica dentro de un país y, a veces, puede subfranquiciar. Ejemplos: Telepizza o Dunkin’.
En el caso de la franquicia de córner o «franquicia de rincón», el franquiciado no necesita un local independiente, sino que se instala en una sección o «córner» dentro de otro establecimiento ya existente (como grandes almacenes o centros comerciales). Es común en el sector de la moda, cosmética o tecnología. Ejemplos: Sunglass Hut o Nespresso.
Por último, quedaría la franquicia de conversión, la cual implica que una empresa ya existente se convierta en franquiciada de una red, adoptando la marca, imagen y know-how del franquiciador. Esto suele pasar en empresas independientes que buscan beneficiarse del respaldo de una marca más grande. Ejemplos: RE/MAX o Interdomicilio.